LLENO DE ANGUSTIA Y TEMORES - MIRA, SEÑOR, LA TORMENTA

VERSIÓN HIMNARIO

Lleno de angustia y temores,
En brava y oscura mar,
El hombre perdido navega,
Cual barco en la tempestad.
Olas de mal le rodean,
Nubes de duda y pavor;
El naufragio eternal amenaza
Su alma llena de terror.

Mira, alma turbada, tu Salvador
Cerca está (cerca está),

Vio tu peligro, y con suma bondad
Acude a librarte de ruina y dolor;
Domina los vientos,
Las nubes, el mar

Y te abre el puerto del bienestar.
Su voz potente en la tempestad
Trae paz, dulce paz;
Recíbele ahora y navegarás
En calma y paz.


Contra las olas y el viento
Batalla con ansiedad;
Valiente, procura librarse
Del piélago de maldad;
Mas ya sus fuerzas gastadas,
Rendido ya su vigor,
Desmayado, desea un refugio,
Un Guía y un Salvador.

Fuerte y solicito acude
Jesús y con gran bondad,
Aborda la frágil barquilla
Y calma la tempestad.
Libre de todo peligro,
Salvo, seguro y en paz,
Hoy con Cristo navega el marino
A eterna felicidad.

VERSIÓN CANCIONERO

(traducción mejor)


Mira Señor la tormenta,

La brava y oscura mar,

Las olas que cubren la barca,

A punto de naufragar.

¿Cómo estás tan dormido?

¡Despierta, oh Señor!

Nos hundimos y el corazón falla,

Prendido de un gran temor.

 

Los vientos y el mar me obedecerán,

Ca.......llarán. (Callarán, sí, callarán)

No hay ni aguas ni tempestad,

Ni diablos ni hombres ni autoridad,

Al dueño del cielo y tierra y mar.

Su voz potente en la tempestad

Habla paz, dulce paz,

Y enseguida el furioso mar

Tranquilo está.

 

Ruge también la tormenta

En mi pobre corazón,

Oscuras pasiones me azotan,

El mal toma posesión.

Salva, Señor, que me hundo,

Fuerzas me faltan ya;

Habla tú, oh Señor, como antaño,

En medio del recio mar.

 

Enmudeció la tormenta,

Hay paz en mi corazón.

El sol de tu gracia disipa

Las nubes y el turbión.

Pero, Señor, no te vayas,

Toma tú el timón,

Y conduce mi frágil barquilla

A tu celestial Sión.

H-199 y C-242    Sonido: (((·)))




MARY A. BAKER, 1874

La Srta. María A. Baker, autora de este himno bien conocido, había pasado por una prueba y experiencia dura. Su querido y único hermano había viajado al Sur con la intención de mejorar su salud. Allí, a 1500 km. de casa, rápidamente se puso peor. La Srta Baker también estaba enferma y no podía ir a estar con él, y después de una quincena de sufrimiento él murió. Aunque la Srta. Baker era Cristiana, confesó que se volvió “rebelde en extremo”, llegando a dudar del amor y cuidado de Dios. Pero al poco tiempo el Maestro mismo habló al corazón turbado y sin paz, y ella pasó a una nueva paz y confianza mucho más profundas.

Poco después de esto, a le pidieron que escribiera algunos himnos para una serie de lecciones de la Escuela Dominical que se estaban enseñando, una de las cuales era: “Cristo calmando la tempestad”. El himno que escribió sobre el tema no sólo encarnaba la enseñanza de la lección, sino que llevaba dentro la huella de su propia experiencia personal, que se ve con claridad en la segunda estrofa.


Música compuesta por Horatio R. Palmer, 1874, autor de "Tentado no cedas"