Señor, seguirte quiero, Guiado por tu luz; Mi ser a ti consagro, Salvado por tu cruz.
¡Oh! cada día y hora Contigo quiero estar; ¡Ven! ven Jesús, y guarda Mi alma de pecar.
Anhelo tu presencia, Jesús, mi Buen Pastor; ¿Qué haré en mi flaqueza Sin ti por Salvador?
Si por Satán tentado, Luchase con valor, ¿Qué hará tu fiel soldado Sin ti por Vencedor?
Jesús a ti la gloria, Por ser el Salvador; Y tuya es la victoria, Por ser el Vencedor. |
Es un himno que surgió de las experiencias de la vida diaria.
La autora era una bulliciosa ama de casa que una mañana practicaba la presencia de Dios de tal manera que Él parecía estar justo a su lado conforme limpiaba y barría.
No se requiere un culto solemne de iglesia ni una experiencia transfiguradora para escribir un buen himno. Un hogar puede ser una Catedral si Cristo está allí, y una Catedral puede ser un montón de piedras si Él está ausente.
Él era real para la Sra. Hawks aquella mañana, y comenzó a pensar cuán desesperada e inútil sería sin Él. Deteniéndose un momento de su ocupación, se sentó y escribió el poema que sonaba en su corazón aquella mañana.
Su pastor, el Dr. Robert Lowry compuso una alegre melodía al que está fijado.