¡OH, AMOR DE DIOS!

¡Oh, amor de Dios! su inmensidad

Ninguno puede comprender;

Abunda más que mi maldad,

Trasciende todo mi saber;

Es vasto en su extensión

Y más profundo que el mar;

Es una eterna dimensión

Que llega a todo lugar.

 

¡Oh, amor de Dios! Brotando está

Inagotable raudal;

Por las edades durará,

Inmensurable, eternal.

 

Si fuera tinta todo el mar

Y el firmamento un gran papel,

Si cada hombre un escritor

Y cada hierba un pincel,

Al describir su inmenso amor

Se secaría el mar,

Y el firmamento en su fulgor

No ofrecería lugar.

 

Un día todo pasará.

El mundo es sombra vana, sí,

Pues cada reino caerá

Y nada quedará aquí;

Pero la historia de su amor

Por siempre durará,

Y por los siglos su loor

Su pueblo cantará.

C-145    Sonido: (((·)))

FREDERICK LEHMAN

Fue escrito por un Pastor Nazareno, llamado Frederick Lehman, en 1917.

Cuenta el Pastor Lehman, que la segunda estrofa de este amado himno fue inspirada por un poema, que fue encontrado escrito en la pared de la habitación de un paciente, en un centro para enfermos mentales, que había muerto. Y dice así:

“Si pudiéramos llenar el océano de tinta

Y cada hombre fuera un hábil escritor,

La maravillosa historia del amor de Dios

Permanecería sin ser contada.

Pues El antiguamente creó solo desde las alturas

La tierra y el cielo”.

Sigue contando el autor que el impulso de completar y preservar esta idea preciosa lo recibió de un Evangelista, que lo citó en su mensaje, y basado en esa idea, él escribió:

“Si fuera tinta todo el mar

Y todo el cielo un gran papel,

Y cada hombre un escritor

Y cada hoja un pincel,

Nunca podrían describir

El grande amor de Dios

Que al hombre pudo redimir

De su pecado atroz.”

Desde entonces este himno ha provisto a los cristianos de un vehículo selecto para expresar gratitud a Dios por su Divino amor, pues confirma que somos amados con un amor eterno e inmenso.

LA MÚSICA FUE COMPUESTA POR William Robert Adell (1883-1975)

Trabajaba de agricultor para sostener a su mare. Luego fue maestro albañil y después misionero en Guatemala. Escribió materiales para la Escuela Dominical, tradujo y compuso unos 200 himnos en español. Cuando ya había quedado ciego escribió: «Considero que todo lo que he hecho es muy ordinario, excepto mi servicio para Dios. Con todo, hoy parece ser muy poco. Pero muero consciente de que "por la gracia de Dios soy lo que soy". En esta transición voy con gozo a su presencia, caminando con mi Salvador a la mansión de mi Padre celestial".