¡CRISTO VIVE! YA NO MÁS

¡Cristo vive! ya no más

-¡Aleluya!
Causará la muerte pena.

-¡Aleluya!
¡Jesús vive! desde aquí

-¡Aleluya!
Ya el sepulcro no encadena.

-¡Aleluya!

¡Cristo vive! ya el morir

-¡Aleluya!
Es volar al alto cielo.

-¡Aleluya!
Esto nos alentará

-¡Aleluya!
Al abandonar el suelo.

-¡Aleluya!

 

¡Cristo vive! aunque murió.

-¡Aleluya!
Alcanzó triunfal victoria,

-¡Aleluya!
En ella parte nos da,

-¡Aleluya!
Demos, pues, a Jesús gloria.

-¡Aleluya!

 

¡Cristo vive! el corazón

-¡Aleluya!
Sabe bien que Él es su suerte.

-¡Aleluya!
Jamás nos separarán.

-¡Aleluya!
De su amor, vida ni muerte.

-¡Aleluya!

 

¡Cristo vive! de esplendor

-¡Aleluya!
En trono eternal sentado.

-¡Aleluya!
Y a sus pies por escabel

-¡Aleluya!
Dios el mundo ha colocado.

-¡Aleluya!

 

¡Cristo vive! si para Él

-¡Aleluya!
Vivimos acá en el suelo,

-¡Aleluya!
Con Él podremos reinar

-¡Aleluya!
Para siempre allá en el cielo.

-¡Aleluya!

H-257

CHRISTIAN FURCHTEGOTT GELLERT, 1715-1769

El mayor predicador en Birmingham el siglo pasado fue el Dr. R. W. Dale. Una mañana, escribiendo su sermón de Semana Santa la realidad de la Resurrección de Cristo le sobrevino de una manera nueva: “¡Cristo vive!, me dije a mí mismo; ¡vive! Luego hice una pausa. ¡Vive! ¿Puede ser realmente cierto? ¿Viviendo tan realmente como vivo yo mismo? Me levanté y di una vuelta, repitiendo ¡Cristo vive! Al principio a penas parecía cierto. Pero al fin vino a mí como una explosión de gloria. Luego dije: ¡Mi gente tiene que saberlo! Predicaré sobre ello una y otra vez, hasta que lo crean como yo ahora!” Cuatro meses más tarde, en cada sermón, el Cristo vivo era uno de los grandes temas.

Fue escrito por Gellert en 1757 cuando era Profesor de Filosofía en Leipzig. Pronto se hizo popular, de tal manera que ningún culto de Semana Santa era completo sin él.

Gellert nació en Hainichen en Sajonia, el 4 de julio de 1715, hijo de un pastor Alemán. Murió en 1769 tras una larga enfermedad y mucho sufrimiento.

Son notables las historias que se cuentan de sus sacrificios y filantropías. Hacia el final de su vida, cuando el hambre barrió Alemania Occidental, dio todo lo que tenía para socorrer a los empobrecidos a su alrededor; y lo hizo hasta el punto de que él mismo quedó sin nada. Cuando el Príncipe Enrique de Prusia pasó por la vecindad y preguntó por el poeta, lo encontró en una habitación fría, vacía, sin alimento alguno, pero con el manuscrito de un himno delante, que acababa de componer:

“He tenido mis días de bendición,
Todos los gozos de la vida poseídos,
Sin número se me presentan.
Entonces deja que la fe y la paciencia me conforten,
Ahora que las pruebas me rodean,
¿Dónde hay vida sin una lágrima?”

Posee escritos entre los clásicos de la literatura Alemana y su biografía aparece en el Diccionario Alemán de Biografías, que entre otras cosas dice: “Se preparaba en oración para su composición... Se distinguía por una piedad profunda y sincera, una vida sin intachable, y regularidad en asistir a las reuniones de la Iglesia.”

Las dos primeras estrofas del himno nos aseguran que la resurrección de Cristo ha quitado todos los terrores de la muerte; ya no ha de ser temida, porque Cristo la conquistó. (1ª Corintios 3:22). La muerte ya no es un enemigo sino un amigo, porque Cristo la transformó (Juan8:51).

La 3ª y 4ª estrofas contienen el desafío de que como Jesús vive, hemos de vivir cara a Él. Es la expectativa del Señor resucitado. La 4 ª también nos recuerda las gloriosas palabras del final del capítulo 8 de Romanos. Se cuenta de un hombre moribundo que pidió que le fuera leído este capítulo. Al llegar a: “ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada, nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús”, le dijo: “Gracias, señor, eso será suficiente”, y expiró.

El himno con una visión del trono en el que Cristo reina y de nuestro destino.