A solas al huerto yo voy Cuando duerme aún la floresta, Y en quietud y paz con Jesús estoy Oyendo absorto allí su voz.
Él conmigo está; puedo oír su voz Y que suyo, dice, seré; Y el encanto que hallo en Él allí Con nadie tener podré.
Tan dulce es la voz del Señor Que las aves guardan silencio, Y tan sólo se oye esa voz de amor Que inmensa paz al alma da.
Con Él encantado yo estoy, Aunque entorno lleguen las sombras, Mas me ordena ir, que a escuchar yo voy Su voz doquier la pena esté. |
Este fotógrafo contó cómo un día: "La Biblia se abrió en mi pasaje favorito, Juan 20: el encuentro de Jesús y María Magdalena. Allí en el huerto, aquel domingo de la resurrección. ella cayó de rodillas ante el Señor. Mientras yo leía sentí como si hubiese estado presente en aquel jardín."
El impacto de esa escena en su mente le llevó a escribir una poesía, a la que luego pondría música.
La Palabra de Dios sigue siendo viva, acercándonos al mismo Dios, llevándonos a sentir su presencia que trae paz y gozo.
Otro de sus himnos: "Una vez perdido vivía yo"