¡OH PROFUNDO AMOR DE CRISTO!

¡Oh, profundo amor de Cristo!

Vasto, inmerecido don.

Me rodea, me sostiene

La corriente de su amor.

...

Sonido: ((()))



SAMUEL TREVOR FRANCIS

Samuel Trevor Francis, nació en Cheshunt, Herts, el 19 de noviembre de 1834, y cuando todavía era un niño fue llevado a Hull. Su desarrollo tuvo lugar bajo la influencia de una piadosa abuela, que enseñó al niño sus letras, siendo el principal libro de lectura la Biblia.

“Uno de mis primeros recuerdos”, escribió una vez el Sr. Trevor, “es yendo con mi hermano mayor a la habitación de mi madre, y nos hizo arrodillarnos con ella, mientras ella derramaba su alma en sincera súplica de que sus hijos crecieran para ser hombres temerosos de Dios.”

Cuando era poco más que un niño, comenzó a construir rimas, que para él y para sus amigos no eran más que garabatos y un entretenimiento. Sin embargo, sus pequeños poemas mostraban signos de inclinación poética a la que solo le faltaba el desarrollo. Antes de llegar a la juventud, reunió varias de sus composiciones que había guardado, y las copió a un libro manuscrito hecho por él. Pero este libro lo destruyó en un ataque de ira, provocado por su hermano mayor, quien, celoso de la atención que se daba a estos esfuerzos juveniles, le incordiaba persistentemente, resultando que cogió el libro y lo rompió. Así muchos de sus primeros poemas se perdieron.

Luego la familia se trasladó a Londres, y se dispuso que Samuel siguiera la profesión médica. Para ello estudió por 12 meses, pero al morir su padre, los planes para su carrera futura tenían que ser alterados. Entonces empezó a preocuparse profundamente por el estado eterno de su alma, y, en ocasiones, se le encontraba llorando pidiendo a Dios perdón y paz.

Contactó con un importante hombre de negocios, un fiel siervo de Dios, que dedicó la mayor parte de su tiempo libre para el bien espiritual de este joven. Francis sintió la carga de su pecado más que nunca; pero llegó al clímax: "Estaba de camino a casa del trabajo", dijo al referir la historia, "y tenía que cruzar el Puente Hungerford, al sur del Támesis. Era una noche de invierno, de viento y lluvia, y en la soledad del camino clamé a Dios para que tuviera misericordia de mí. Parándome por un momento a ver las oscuras aguas fluyendo bajo el puente, la tentación me susurró: «Pon fin a toda esta miseria.» Me retraje del mal pensamiento, y de repente un mensaje nació en el fondo de mi alma: «¿Crees en el Señor Jesucristo?» Al momento respondí: «creo», y puse toda mi confianza en Él como mi Salvador. Instantáneamente vino esta respuesta: «¡entonces eres salvo!», y con una emoción de gozo corrí cruzando el puente, y proseguí mi camino a casa, repitiendo de nuevo las palabras una y otra vez, «entonces soy salvo! entonces soy salvo!»”

El Sr. Francis se unió a la asamblea que se reunía en Kennington, siendo el primer paso hacia varios servicios en la obra del Señor en la que mostró un interés permanente durante su vida larga y útil.

Como cantante del Evangelio fue muy usado por Dios, y durante las memorables misiones de Moody y Sankey, cuando una gran ola de avivamiento barrió las islas británicas, él ayudó mucho en la parte musical de los cultos en el Agricultural Hall de Londres, donde, en varias ocasiones, actuó como delegado del Sr. Sankey.

Este es uno de sus mejores himnos.

El 28 de diciembre de 1925, Trevor Francis entró en la gloria, de la cual le gustaba cantar, a la avanzada edad de 91 años.