Castillo fuerte es nuestro Dios, Defensa y buen escudo; Con su poder nos librará En este trance agudo. Con furia y con afán Acósanos Satán: Por armas deja ver Astucia y gran poder; Cual él no hay en la tierra.
Nuestro valor es nada aquí, Con él todo es perdido, Más por nosotros pugnará De Dios el Escogido. ¿Sabéis quién es ? Jesús, El que venció en la cruz, Señor de Sabaoth; Y, pues, Él sólo es Dios, él triunfa en la batalla.
Aun si están demonios mil Prontos a devorarnos, No temeremos, porque Dios Sabrá aún prosperarnos. Que muestre su vigor Satán y su furor Dañarnos no podrá; Pues condenado es ya Por la Palabra santa.
Sin destruirla dejarán, Aun mal de su agrado, Esta palabra del Señor; Él lucha a nuestro lado. Que lleven con furor Los bienes, vida, honor, Los hijos, la mujer... Todo ha de perecer... De Dios el reino queda. |
Una madrugada de primavera, el caballero de Erback preparaba una emboscada para capturar al reformador Martín Lutero.
Estando en la habitación de un mesón escuchó el canto de un salmo. Pensó que se trataba de algún capellán, así que fue a él para pedir su bendición para la campaña contra los "herejes". Cuando le explicó la misión, el hombre le contestó: "Si buscas a Lutero, no tienes que ir muy lejos, porque ¡ese soy yo!"
Al caballero le parecía imposible que un hombre tan devoto pudiera ser "hereje", y le preguntó acerca de sus creencias. Persuadido por las evidencias bíblicas, se convirtió a Cristo y se unió a los defensores de la reforma.
Lutero siempre promovió la música sacra y el canto congregacional. Llegó a ser considerado "el padre de la himnología evangélica". Este es el himno más conocido de todos los que escribió.
Traducido por Juan Bautista Cabrera